El cielo abrió sus puertas y una bandada de agua cayó, y no sé si sobre mi cabeza o sobre mis pies, como laguna viva del monte la ciudad se convirtió en un derroche de agua y yo entre una calle y otra esperaba que la tormenta pasara, y al ver que Dios estaba en otra y no escuchó plegaria alguna, el mundo que detrás mío se encontraba entendió el mensaje de Él tras un trueno de larga duración, mirábamos hacia arriba y definitivamente sabíamos que no iba a escampar, entonces a codazos empezaron a empujarme para salir, como si fueran los únicos que tuviesen que llegar temprano a casa,
quizás alguien los esperaba- Pensé -
quizás no les gustaba la lluvia- Pero, ¿Porqué?-
Quizás le temían al peligro de la noche- Ellos le temían a la noche y los vagabundos a la lluvia... ¿Entonces, de qué se preocupaban?... -
Son humanos- Me repetí de nuevo en esa ocasión-...
Caminando sin problemas con mi cabeza mirando hacia abajo, ya no evitaba las lagunas, definitivamente la bandada de agua que desde un principio se propició había caído sobre mis pies, tenía un mar allí y yo sin barco... Mientras caminaba mi mente vagaba e inventó lo que normalmente inventa... Palabras:
Cada vez que me voy el cielo grita mi nombre,
la multitud me llama y el fuego entristecido busca calentarme...
¿Dónde estás? Dicen los pájaros de mi cabeza, ¿O son los de afuera?
Me fui y no sé para dónde, en México me encontré a un Francés
y en el café del medio día me volví a extraviar...
Cada vez que me encuentro busco desaparecer,
como la marea alta desaparece un fragmento de playa,
como el miedo a la oscuridad desaparece mi sueño por las noches.
Hoy aquí, mañana no sé en dónde,
el milagro se hizo
y no sé quien lo hizo,
solo sé que cada vez que llueve
veo mortales correr a mi lado,
mortales desprovistos de dulzura,
mortales detrás de un tesoro
buscando llegar a casa,
¡bien por ellos!-
les dicen mis zapatos húmedos y mis huesos congelados-,
yo camino sin previo aviso, porque tres muebles y un gato me esperan en casa,
ellos corren porque quizás a algún otro mortal deben darle una sonrisa...
Cada vez que llueve, no me busco,
pero intento hallarme en ese té,
en el olor mortífero del ayer,
y en el yo andariego,
que cree en el yo capaz
y en el yo confiado...
Porque cada vez que llueve
a esa vela la dejo encendida,
a ver quién es el valiente mortal
que se atreve a encontrarme,
pero mi yo andariego me dice,
que no me "joda" más,
que hoy no estoy acá,
porque hoy mañana será un recuerdo,
él me dice, -mañana será otro día
y con ello otro nuevo recuerdo-...
Entonces, dónde estoy?
...-Estás, dónde se te de la gana de estar,
pero que nunca se te olvide vivir-...